Nocturno

Ayúdame a conciliar el sueño donde nos besamos con esmero, donde muerdes mis labios como queriendo alimentarte de ellos. Déjame desnudarte y descubrir las dimensiones de lo que llaman hombre. Enumerarte con el deseo en la punta de la lengua: frente, cuello, pecho, abdomen, verga... Me abres de piernas sobre una mesa cualquiera, mi sexo expuesto a la voluntad de tus dedos, y pienso que te amo y sé que te odio cuando me miras antes de penetrar el umbral de mi infierno. Tú respiración me hipnotiza, secuencia de cálidos suspiros que preceden el vaivén y mi reflejo en tus ojos oscuros como el borde exterior del universo.

Quisiera ser la fantasía más sublime para tu cuerpo brillante, bajo un cielo nocturno como único testigo de tu ser más sexual y violento. Y como negar que he imaginado como me ultrajas en una épica de asfixia erótica, que me atizas a nalgadas para hacerme saber de lo que eres capaz. No tengo idea alguna sobre buenas costumbres cuando se trata de ti montándome como un demonio salvaje, las posibilidades son infinitas en tanto el placer nos rebase y el dolor se disipe. Y aquí estoy en el imaginario deslizándose sobre tu virilidad erecta, a punto de un orgasmo inminente como la marea que golpea un acantilado, a un virtual beso de quedar dormida entre tus brazos.

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