Carta01


Autor: @MuereMata | mié, 30 de may. de 2018 13:15

Estamos en un sexto piso; bien conoces mi atracción hacia las alturas, vicio y vértigo; unas ganas de lanzarme siempre, de ir diciendo aforismos en lo que mi cráneo se estrella contra el pavimento. Bien conoces mis tatuajes, mis cicatrices, mis manías y mi locura. Mi lujuria, la conoces, más de una vez la he lanzado sobre ti como una jauría de lobos rabiosos. Tú sabes que te odio un poquito, nadie puede cogerte como te cojo yo sin un poco de odio. Observo cómo te limpias el semen, apenas delicadamente. Me dices, como un zumbido, lo que detestas de mí, mi inestabilidad y mi falta de compromiso. Eso que odias, te lo digo de frente, es lo que más me enorgullece de mi personalidad. Sólo traes mi playera puesta, dice Slayer. Un recuerdo de mi juventud, la verdad es que ya ni siquiera me queda bien, pero a ti te queda muy bien de vestido. Observo tus piernas blancas y largas, exquisitas y desconocidas como el universo mismo. Contemplarte es un arte y quiero sentir que soy un especialista al menos en eso. Se te cae un adorno del cabello y te agachas a recogerlo, me deleito con la visión de tu trasero firme y redondo. Te digo que a veces cogiendo con mi mujer he pensando en ti. Me contestas sonriendo y me dices que soy un hijo de puta inmaduro. Y luego agregas, con una voz más conciliadora, que tú no has llegado a tanto, pero que sí me has dedicado una o dos masturbadas esporádicas en la ducha. Eso me excita, imaginarte con el agua escurriendo por tus pezones mientras tú jadeas mi nombre con tus dedos pequeños y estéticos dentro de ti. Me pone muy caliente imaginar el agua escurriendo por tu cabello, tu espalda y tus nalgas, tus pies tan dulces y delgados. Me excita pensar que en la habitación contigua tu marido ve el futbol mientras que tú, en tu mente, haces el amor conmigo apasionadamente. Cuando me dices esas cosas se me calienta la cabeza, el corazón y la entrepierna, lo sabes bien, por eso me lo dices como una confesión, como un susurro. Me siento a la orilla de la cama, te atraigo, te beso mordiéndote la boca, mi legua juega con tu lengua y me emborracho con tu saliva. Te sientas en mi regazo y sientes mi erección, te atraigo de las nalgas y muerdo la barbilla. Chupo y lamo tu cuello, el olor de tu cuello es exquisito y delirante. Por debajo de la playera, aprieto tus pezones suavecitos, tu carne tan tersa, me encanta la textura y sobretodo el sabor de tus pezones, tan de niña y hembra salvaje, tan tuyos. Recorro tu vientre sin dejar de morder tu barbilla, quito la playera para meter tus pechos en mi boca, te atraigo de las nalgas para lamer tu coño, muevo mi lengua como serpiente dentro de tu cavidad. Recorro con suavidad tus labios vaginales, bebo tu humedad como un eremita. Aprieto tus piernas y lanzas tu sexo a mi cara con salvajismo; me embistes, me coges, llenas mis labios y mi nariz de tu esencia. Sujetas mis cabellos, te mueves como loca hasta que te corres a chorros inundando todita mi alma. Me levanto, sigo saboreando tu sabor en mis dedos y en la comisura de mis labios. Saco mi verga del pantalón que a estas alturas está tan dura y erecta como te gusta; te acercas gateando encima de las sábanas y la metes en tu boca. La sientes en tu garganta cada vez más dura y gruesa, la meto con fuerza, subes y bajas por el tronco, metes las bolas en tu boca y juegas con ellas. Es hermosa la perversión. Me gusta verte así, con mi sexo metido en tu boca, te miro a los ojos llorosos y me encantas. Me pareces más hermosa que nunca. Saco mi verga de tu garganta y te volteo para metértela de a perrito. Me encanta el sonido del choque con tu trasero. Te tomo de las caderas y me siento el hombre más poderoso del mundo. Me quiero morir justo así, cogiéndote así, tan rudo y delicioso. Alcanzo tus pechos, me pongo más duro que nunca, pienso en lo que te odio, entonces embisto con rabia y azoto tus nalgas. Gimes y gritas. Me encantas. La tarde abre el telón.

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