Abismos
Llueve en el semidesierto, el agua cae caliente como una especie de
aviso de una noche ardiente. Te espero en el ensueño de tenerte entre
mis brazos y besarnos hasta ser abismos compenetrados. Me gusta pender
de tu verga tan deliciosa y falo-céntrica, que me sostengas por las
piernas y me penetres contra la pared con urgencia, mientras muerdo tu
oreja izquierda y resollas en mi cuello. Me gusta lamer tus labios y
escucharte decir que soy tu niña sucia. Mi lengua busca tu lengua y la
saliva nos embriaga con la certeza del éxtasis. Me gusta que me pongas
contra la mesa de la cocina, escupas en mi sexo y con salvajes caricias
lo prepares para recibirte de nuevo. Abro instintivamente las piernas y
dejó escapar un suspiro para hacerte saber lo mucho que deseo tenerte
dentro reclamando mis entrañas. Me gusta coger contigo sin precauciones
ni preservativos, a flor de piel y ser heridos por la fricción y sus
consecuencias. Sólo tú me das orgasmos que amenazan mi cordura, uno tras
otro como la marea que revienta ante un acantilado. Me gusta tu lujuria
de apretar los dientes antes de explotar y obsequiarme todo tu semen,
tan blanco y nutritivo que no puedo dejar de probarlo cuando eyaculas en
mi senos y esternocleidomastoideo. Me gusta mamar tu verga erguida
mientras chupas mi clítoris en un 69 perfecto, lamiéndonos con la
naturalidad de los perros. Pruebo la agitación de nuestra mutua
respiración, mi lengua juega con tus testículos y tu lengua encuentra mi
punto G. Me gusta que nadie piense demasiado, que sigamos en el
anonimato sin preguntarnos que somos. Sólo quiero ser la mujer que
reverencia tu cuerpo, cuya piel me gusta cubrir de besos.
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